Desde el pasado mes de octubre, Israel y la franja de Gaza están inmersos en un serio conflicto bélico de graves consecuencias humanas, económicas y geoestratégicas. Una escalada que también ha tenido importantes efectos en la dinámica de la cadena de suministro global. El enfrentamiento se está notando, especialmente, en toda la región de Oriente Medio y el Norte de África. Además los acontecimientos de los últimos días, con ataques israelíes en el territorio del Líbano, no hacen sino incrementar más la inestabilidad.
La permanente inseguridad en el Mar Rojo es una consecuencia evidente. Este estrecho corredor, vital para el tránsito de mercancías entre Europa, Asia y África, se ha visto afectado por el conflicto judío-palestino de los últimos meses o los actos de piratería. Grandes desafíos que se han traducido en el aumento de los tiempos de tránsito de los buques mercantes y mayores costes operativos.
Asimismo esta situación tiene un impacto directo tanto en las empresas de transporte, que están sometidas a constantes ajustes en su planificación, como en los consumidores finales. Sumado a esto, las fluctuaciones en la seguridad de estas rutas pueden crear incertidumbre en el mercado, lo que afecta a la industria logística y a los costes del comercio internacional
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